Por: Kenia Quesada Reyes
Haga una revisión mental y pregúntese: ¿Siempre hacemos
el autofocal familiar?, casi nunca o
quizás, sin la importancia que merita
este accionar para el bien de todos.
El resultado evidencia que NO somos lo
suficiente persuasivos a la hora
de motivar y hacer comprender a los
demás integrantes de nuestro hogar que, al dejar de revisar la vivienda y chapear el patio cada siete días, le damos vida
a este vector de alta peligrosidad para el ser humano.
Recordemos que la mosquita del Aedes Aegypti, en plena
convivencia comunitaria, aguarda la brecha de un tanque sin tapa, un comedero
sucio o un pedazo de goma a la intemperie, que le permita procrear y regar
mosquitos chupa-sangre y trasmisores de enfermedades por doquier.
Es triste, pero, cuando
los operarios de la Campaña Antivectorial depositan el abate en los tanques de
nuestra casa y dan la espalda, a veces botamos el agua, incluso refunfuñando
como si nos estuvieran haciendo daño, sin percatarnos que así nos están
salvando la vida todos.
Resulta más indignante aún visualizar como las indisciplinas sociales de muchos
santacruceños convierten a nuestro municipio en un lugar sucio, lleno de
escombros por doquier, podas de árboles, desechos del hogar, en fin en gran
micro vertedero.
Aunque las autoridades de Salud Pública y otras
involucradas en Santa Cruz del Norte se desgastan en la búsqueda de soluciones
a estas incidencias, ese esfuerzo será en vano si la población NO gana en
percepción del riesgo y conciencia. Nuestra vida está en riesgo. NO echemos por
tierra tanto sacrificio. ¡NO tengamos ese cargo de conciencia!
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